En este tercer domingo de adviento abundan las expresiones de alegría: domingo de Gaudete. Las promesas del profeta Sofonías ya son una realidad: "Estad siempre alegres en el Señor". Alégrate y gózate de todo corazón... No temas, Sión, no desfallezcan tus manos… Tu Dios, en medio de ti,… salva: hace justicia, da, liberta, abre, endereza, ama, guarda, sustenta, trastorna, reina; el desierto, ruta de aridez, se convertirá en camino de fertilidad, de alegría y esperanza. Los primeros domingos nos habían dibujado algunos rasgos del Mesías. Hoy nos presenta la acción concreta de una persona que se acerca a los desvalidos: ciegos, sordos, cojos... El Reino está en marcha y ya no se interrumpirá. Hemos de abrir los ojos a las señales que tenemos en el entorno. El mismo Espíritu que llenaba y movía a Jesús, el Espíritu que le envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones desgarrados, a proclamar la liberación a los cautivos, llegue a todos.
La fuente de la alegría cristiana es la certeza de que Dios nos ama y está en medio de nosotros con una propuesta de salvación y de felicidad. Ojalá cada uno al final del día pueda decir “estoy satisfecho, alegre, porque he hecho lo que tenía que hacer”.
Este año de pastoral la vivencia del reciente estrenado Año Santo de la Misericordia, en todas las diócesis del mundo, y las situaciones de injusticia y sufrimiento que continúan golpeando a tantas personas, marcará nuestro ser cristiano. Por tanto, surge la pregunta ¿Qué hacemos nosotros? Aprovechemos este año para renovar nuestra vida espiritual; percatarse en nuestro entorno de las personas cansadas y agotadas, perdidas y sin guía; hacer de la misericordia y la solidaridad el punto clave de la vivencia de la Navidad.