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3º Domingo de Cuaresma

Sábado 7 de marzo de 2015

En nuestras casas, acostumbramos hacer limpieza todos los días. Así mismo, de vez en cuando sentimos la necesidad de una limpieza general... las paredes... el techo... los cristales... para quitar el polvo que se ha ido acumulando… La Cuaresma también es un tiempo de purificación propicio para renovar nuestra vida cristiana y purificar nuestro corazón de las impurezas que se ha ido acumulando a lo largo del tiempo.
Las lecturas bíblicas de este domingo tratan de dos puntos fundamentales de la religión judaica: la Ley de Dios y el Templo, que, con el paso del tiempo, también estaban necesitando una purificación... Cristo se presenta como La Nueva Ley y el Nuevo Templo.
En el marco de la Alianza entre Dios y el pueblo de Israel, los 10 mandamientos brotaban del amor de un Dios "Liberador"; no son un atentado contra la libertad humana, sino una invitación a conocer la voluntad personal de Dios para que el pueblo viva en contacto con Él.
Cristo dice: “No he venido a suprimir la Ley… sino a completarla, a perfeccionarla". Es la Nueva Alianza, NUEVA LEY. Basada, no en el formalismo, sino en el amor y la interioridad. Pasamos del templo de piedra, construido por manos humanas, al Templo vivo de Cristo Resucitado. JESUCRISTO, el "lugar de la Presencia" viva de Dios, por y para todos los hombres y mujeres. Caminamos todos a un "templo definitivo". Ojalá, el mundo entero sea casa del Padre, donde todos los hombres nos reconozcamos hermanos. Jesús nos invita a ser templos –piedras vivas- en el cual esté presente Dios. Nuestro corazón y nuestra comunidad sean señal y vida de Dios para el hermano.
Si Cristo volviese hoy a nuestras iglesias…¿qué ocurriría?¿a quién debería expulsar con el látigo? La Persona humana ¿es ese lugar sagrado, donde Dios quiere ser respetado y servido…? Seamos “piedras vivas” de comunidad.

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Oración: Que nuestra fe, Señor Jesús, se centre en ti

Señor Jesús,
en cada Pascua subías a Jerusalén:
nosotros, durante toda la Cuaresma
e incluso toda la vida,
nos preparamos para celebrar
tu Pascua y nuestra Pascua:
la liberación del mal, del egoísmo y de la muerte,
gracias a la fuerza del amor del Padre
que Tú has vivido en plenitud
y nos das a conocer.

Que nuestra fe, Señor Jesús,
se centre en ti, y que no seamos
como aquellos en quien no podías confiar.

Ayúdanos a saber valorar
la dignidad de cada persona,
y a no profanarla jamás
por ningún tipo de explotación o desprecio;
que cada mujer y hombre
lleguen a vivir como imágenes vivas de Dios
y templo donde Él habita.

Que, como a ti, Señor,
también nos abrase el celo
por los que son templo de Dios
y sepamos dedicar nuestra existencia
a hacer el bien, poniendo el máximo interés
en evitar la degradación de la dignidad
de las personas.

Te pedimos especialmente, Señor Jesús,
por todos los que tienen la vida destruida
a causa de la violencia
o explotación económica o sexual:
que lleguen a descubrir su dignidad
y encuentren quien les ayude a vivirla.

Y te pedimos también
por los que destruyen la dignidad de los demás
y por los que demasiadas veces
permanecemos indiferentes ante estas situaciones.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret



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