4º Domingo de Adviento.La Virgen en el corazón del adviento
Domingo 21 de diciembre de 2014
Hemos llegado al cuarto domingo de Adviento, en nuestro camino de preparación hacia la Navidad. María vuelva a ser el centro de este domingo. En ella podemos ver y escuchar lo que Dios nos dice y nos pide. Escucha y acoge su proyecto de salvación y se pone en manos del Espíritu Santo.
Si los anteriores domingos de adviento era tiempo de vigilancia y de esperanza, de la alegría siempre alentadora de Dios, en este cuarto domingo la Palabra de Dios va a fijar nuestra atención en el inmediato cumplimiento de la promesa de Dios: ya despunta “la nueva aurora”, el Mesías prometido. La Buena Noticia del plan de Dios es su Hijo Jesucristo.
En los momentos de éxito, la tentación de soberbia de los hombres puede desplazar la centralidad de Dios al olvido o al recuerdo vago y estéril. Los planes de Dios son muy diferentes de los planes de los hombres. La mejor manera de honrar a Dios es reconocer su iniciativa y no pretender adaptar su voluntad a nuestros criterios.
Todos estamos invitados a ser como María. Dios quiere contar con la disponibilidad y la libertad humana para llevar adelante su voluntad salvadora. No desde el dominio o la prepotencia, sino desde la sencillez de la vida cotidiana, la acogida y la docilidad. Un adviento vivido así, se convierte en llegada de Dios en tantas “Marías” que acogen gozosamente su invitación a ser signo fecundo de amor entrañable, constructores de esperanza, justicia y fraternidad. En ser “piedras vivas” de comunidad.
Oración: Ponerse al servicio de tu proyecto salvador
Queremos agradecerte, Dios y Padre nuestro,
porque tu voluntad es llenar de gracia
a toda la humanidad, como fruto de tu amor;
te damos gracias porque María creyó
en tu propuesta y se dispuso,
con todas sus fuerzas, a realizarla.
Te agradecemos porque,
con la venida de tu Hijo al mundo,
te conocemos a Ti y conocemos también
quiénes somos y cómo debemos ser nosotros;
te damos gracias también por todas las personas
que, como María, se ponen al servicio
de tu proyecto salvador,
con una fe hecha de obediencia y servicio.
Haz que, como María, seamos bien conscientes
de que nuestra existencia y lo que tenemos
es un regalo de tu amor y generosidad
para el bien de toda la comunidad humana.
Que, al escuchar la propuesta que tú nos haces,
no caigamos en la falsa humildad
de decir o de pensar que nos llamas
a cosas demasiado difíciles o excesivamente altas,
sino que nos dispongamos a obedecerte
confiados en tu gracia
y en la fuerza inagotable de tu amor.
Que aprendamos que lo que nos salva
es saber escuchar y acoger tu Palabra
y llevarla a la práctica cada día.
"La Misa de cada día", de la Editorial Claret