La Palabra de este domingo nos enfrenta con Dios: creer y confiar en Él…, o vivir los avatares de esta vida muy apegados a las cosas materiales, pero sin contar con Él, sin apoyarnos en Él.
1ª Lectura. El profeta Isaías es realista. A veces decimos: Dios no me escucha, no me ayuda, se ha olvidado de mí. Podríamos hablar del silencio de Dios… De Jesús nos dice la Carta a los Hebreos: “en los días de su vida mortal, presentó oraciones y súplicas con grandes gritos y lágrimas, a aquel que podía salvarlo de la muerte,….”. Fue escuchado, pero no lo salvó de la muerte. Y más fuerte aun: Jesús desde la cruz: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”. ¿Le abandonó su Padre Dios? “¿Puede una madre olvidarse de su criatura, ...? Pues aunque ella se olvide, yo, Dios, no te olvidaré”. Dios, ama a sus hijos, nosotros, muchísimo más que una madre.
El salmo proclama la clave...............

Oración: Vengo de ti y camino hacia ti

Somos como aquel rey que se pensaba
que la felicidad se encontraba
en la camisa del hombre feliz,
hasta que descubrió que el hombre feliz
no llevaba camisa.

Cuando sé que vivo en ti,
cuando me siento como un niño en tu regazo,
mi corazón deja de ser ambicioso
y vivo sin afán de grandezas.

La paz y la serenidad del alma
renacen en mí cuando recuerdo
que vengo de ti y camino hacia ti.

Entonces dejo de temer
los contratiempos de la vida.
Sé que vendrán cuando tengan que venir,
sea en forma de enfermedad, de fracaso,
de cansancio o de persecución.

Pero sé que la punta fina de mi alma
podrá seguir descansando en ti,
en la seguridad de tu regazo,
y por esto, desde ahora,
puedo vivir sin ansiedad.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret