Domingo de JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
Sábado 22 de noviembre de 2014
Hoy es el último domingo del año litúrgico y se cierra con la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Él es el que abre y cierra los tiempos y las edades; el primero y el último, el alfa y la omega, el principio y el fin. Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre. Con estas expresiones sacadas de diversos libros del Nuevo Testamento confiesa la Iglesia la centralidad y la grandeza de Jesucristo.
Las lecturas de esta fiesta presentan TRES ASPECTOS de la Realeza de Cristo:
En la 1ª Lectura, Dios se revela como un Rey PASTOR, totalmente dedicado al bien de sus ovejas. (Ez 34, 11-12.15-17). Dios será el Buen Pastor, que liberará y reconducirá a las ovejas dispersas a la tierra prometida. Esa profecía se cumple en Jesús, el Buen Pastor.
La 2ª Lectura presenta a un Rey SOBERANO, vencedor de la muerte y del pecado, estableciendo una realeza universal. Pablo explica el Señorío universal, la Sabiduría y la Realeza de Cristo Resucitado, que es la primicia de todos los que mueren. (1Co 15,20-26.28)
El Evangelio muestra un Rey JUEZ. (Mt 25,31-46). La escena evangélica no es una descripción fotográfica del juicio final. Es una Catequesis que nos revela que el amor a los hermanos es una condición esencial para tomar parte del Reino. Cristo protege a los necesitados y se identifica con ellos.
El Prefacio de la Misa también nos dice en qué consiste ese Reino: - Reino de la Verdad y de la Vida; - Reino de la Santidad y de la Gracia; - Reino de la Justicia, del Amor y de la Paz. Este es el verdadero Reino de Cristo . ¿Somos conscientes de pertenecer a este Reino?
Oración: Contribuir a construir un mundo más humano y más justo
Señor Jesús, me siento movido a pedir
que mis hermanos y yo
seamos guiados por el sendero justo,
según nos enseña el salmo,
gracias a la bondad y al amor del Padre y tuyo.
Y tú, Jesús, nos dices que el sendero justo
consiste en tratar como hermano
a cada persona que encuentro
en el camino de la vida,
o en hacer a los demás lo que me gustaría
que hiciesen conmigo si yo estuviera necesitado.
Ayúdanos, Jesús, a creer tanto que Dios es Padre
que no nos avergoncemos
de ser hermanos de nadie,
ni a nadie tratemos como extraño;
que recemos con tanta convicción
“venga a nosotros tu Reino”
que contribuyamos con todas nuestras fuerzas
a construir un mundo más humano y más justo;
que nuestra fe no sea jamás
pensar apenas en un futuro mejor
sin hacer nada para mejorar el presente.
Haznos, Jesús, comprometidos en una Iglesia
que ama tanto al mundo y a cada persona
como tú los amas y les entregas la vida;
una Iglesia que siente en carne propia
el sufrimiento de la humanidad
y se alegra con cuánto hay de bueno y positivo;
una Iglesia que es signo
del Reino de tu Padre y nuestro Padre,
que ya ha comenzado
y que creemos que llegará a la plenitud.
"La Misa de cada día", de la Editorial Claret