La Cuaresma no es un tiempo para pasarlo mal, sino para redirigir cuerpo y espíritu
hacia la dirección de Jesús.
«No me cansaré de repetir aquellas palabras de Benedicto XVI que nos llevan al centro del Evangelio: No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Dios es amor, 1) (Evangeiii Gaudium 7)
Nada es posible, en la vida cristiana, sin este Encuentro. Por eso, la Cuaresma, en cuanto proceso y tiempo interior de silencio, conocimiento y conversión, sólo lo será verdadero si nace del Encuentro con Jesús….. La Cuaresma ‘es una llamada a volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio. Una llamada a volver a Jesús. La conversión que hemos de promover estos días consiste sencillamente en volver a Jesús, a renovar ahora mismo su encuentro personal».
El Encuentro personal con Jesús nos moviliza por dentro y por fuera, Nos recrea, si nos dejamos recrear por su amor. El papa Francisco, no sólo nos recuerda las palabras de Benedicto XVI, sino que él mismo afirma que «la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús» (EG 1).
Centrar nuestra Cuaresma en el Encuentro con Jesús responde a la misma interpelación del papa Francisco cuando invitaba «a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso» (EG 3).