Seguimos el hilo conductor del domingo pasado. De nuevo vienen a Jesús -en este caso los fariseos- con una pregunta: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?” El pueblo de Israel se sentía amado por Dios a lo largo de la historia, y lo valoraba tanto que lo expresó en su código de “mandamientos”. Jesús nos dirá que primero somos amados incondicionalmente, y por eso nos invita a hacer lo mismo: “amaos como yo os he amado”. No se puede amar porque esté mandado. Es una decisión libre. Jesús que habla con palabras vivas, cumplía lo que decía. No se quedaba en palabrería, sino que hacía el bien, curando y liberando a todos los que son amados por Dios. Su ley era hacer el bien al prójimo más necesitado....

Oración: Señor, enséñanos a amarte

Gracias, Señor, porque no nos abrumas
con prescripciones enrevesadas,
sino que nos invitas a avanzar
por el camino del amor.

Enséñanos a amarte,
a querer estar contigo,
a desear lo que Tú deseas,
a recibirte en los sacramentos,
a escuchar tu voz en la Palabra,
a encontrarte en los hermanos necesitados,
a experimentarte en lo más profundo del corazón.

Enséñanos a acoger tu amor
para que te amemos
reflejando la luz que nos das.
Porque por nosotros mismos
no somos capaces,
somos egoístas.

Pero cuando nos sentimos queridos,
prende la llama del amor,
crece la generosidad,
nos volvemos solidarios,
somos capaces de perdonar,
tenemos fuerza para ponernos al servicio del prójimo.

Entonces podemos amar a los demás
tal como Tú nos amas,
porque lo hacemos con tu amor.

Te bendecimos porque eres el Dios
que nos salva de nuestros egoísmos,
curas las heridas de nuestro corazón
para que podamos amar de verdad.

"La Misa de cada día", de la Editorial Claret