
Este domingo celebramos la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, también conocida como Corpus Christi. Es una fiesta para dar gracias por el don de la Eucaristía, presencia real de Jesús entre nosotros. La primera lectura nos presenta a Melquisedec, sacerdote del Altísimo, que ofrece pan y vino, anticipando lo que Cristo haría en la Última Cena. El salmo proclama que Jesús es el sacerdote eterno. En la carta a los Corintios, san Pablo nos transmite las palabras de Jesús: “Este es mi cuerpo… esta es mi sangre”, recordándonos que cada Eucaristía es memoria viva de su entrega. El evangelio nos relata la multiplicación de los panes, signo del amor de Jesús que alimenta y sacia. Que esta celebración nos ayude a renovar nuestra fe en la Eucaristía y a vivir con gratitud el misterio del amor de Dios que se queda con nosotros en cada misa.