
Hoy celebramos con alegría la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, columnas fundamentales de la Iglesia. Ambos, con caminos distintos pero unidos por la fe en Cristo, dieron su vida anunciando el Evangelio. Las lecturas de hoy nos recuerdan cómo Dios actúa poderosamente en la vida de quienes confían en Él. En los Hechos de los Apóstoles, Pedro es liberado milagrosamente de la cárcel, una señal clara de la protección divina. Pablo, en su carta a Timoteo, reconoce que su vida ha sido una entrega total y que lo espera la corona de justicia. En el Evangelio, Jesús confía a Pedro las llaves del Reino de los cielos, dándole una gran responsabilidad en la Iglesia. Que este día nos inspire a renovar nuestra fe y nuestra misión como cristianos, sabiendo que, como Pedro y Pablo, también nosotros somos llamados a dar testimonio del amor de Dios con valentía y esperanza.