
PEREGRINACIÓN PARROQUIAL AL SANTUARIO DE NUESTRA SRA. DE LOURDES

Las lecturas de este domingo nos hablan del fruto del amor cristiano y de la esperanza que brota del encuentro con Dios. En los Hechos, Pablo y Bernabé regresan a animar a las comunidades, compartiendo las maravillas que Dios ha obrado por medio de ellos. El salmo nos invita a alabar a Dios, nuestro Rey, por su grandeza y ternura. En el Apocalipsis, se nos revela la promesa de una creación nueva, donde no habrá más dolor ni llanto, porque Dios mismo habitará con su pueblo. Y el Evangelio de Juan nos deja el corazón del mensaje cristiano: el mandamiento nuevo del amor fraterno, signo visible de que somos verdaderamente discípulos de Jesús.
Este domingo, la liturgia nos invita a contemplar a Cristo como el Buen Pastor que guía con amor a su rebaño. En la primera lectura, los Hechos de los Apóstoles nos muestran cómo la predicación del Evangelio se abre camino hacia los gentiles, señalando el alcance universal del mensaje de salvación. El salmo nos recuerda que somos el pueblo de Dios, ovejas de su rebaño, llamados a seguir su voz. En el Apocalipsis, se nos presenta la visión esperanzadora del Cordero que conduce a los suyos hacia la vida plena. Y en el Evangelio, Jesús afirma con ternura que sus ovejas escuchan su voz, y que nadie podrá arrebatarlas de su mano. Un mensaje de confianza, fidelidad y vida eterna.
En este III Domingo de Pascua, la Palabra de Dios nos invita a renovar nuestra fe en el Señor Resucitado que camina con nosotros. En los Hechos de los Apóstoles, vemos a los discípulos valientes, dando testimonio de Jesús con la fuerza del Espíritu Santo, a pesar de las dificultades. El salmo nos recuerda que Dios nos libra del mal y transforma nuestro llanto en alegría. En el Apocalipsis, contemplamos la gloria del Cordero, Jesús, que con su sacrificio ha vencido y merece todo honor. Y en el Evangelio, Jesús resucitado se manifiesta a sus discípulos junto al lago, compartiendo con ellos el pan y el pescado. Es un encuentro lleno de ternura, que renueva la esperanza y la misión. Hoy, también nosotros somos llamados a reconocer a Jesús presente en nuestra vida y a ser testigos de su amor. Que estas lecturas nos animen a vivir con alegría el tiempo pascual.
Las lecturas de este domingo nos invitan a la conversión y a confiar en la misericordia de Dios. En la primera lectura (Ex 3, 1-8a. 13-15), Dios se revela a Moisés en la zarza ardiente y le da su nombre: “Yo soy”. Con esto, nos recuerda que Él es un Dios cercano, que escucha el sufrimiento de su pueblo y actúa para liberarlo.
El Salmo 102 proclama que el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en amor.
San Pablo, en la segunda lectura (1 Cor 10, 1-6. 10-12), nos advierte sobre la necesidad de aprender de la historia del pueblo de Israel y no caer en los mismos errores.
En el Evangelio (Lc 13, 1-9), Jesús nos llama a la conversión con la parábola de la higuera. Dios nos da oportunidades para cambiar y dar frutos. Cuaresma es el tiempo para renovar nuestro corazón.
Este domingo, las lecturas nos hablan de la fidelidad de Dios y de la transformación que Él quiere obrar en nosotros.
En la primera lectura (Gen 15, 5-12. 17-18), vemos cómo Dios sella una alianza con Abrahán, asegurándole que su descendencia será tan numerosa como las estrellas. Esto nos recuerda que Dios cumple siempre sus promesas.
El Salmo 26 proclama: “El Señor es mi luz y mi salvación”, animándonos a confiar en Él, incluso en los momentos difíciles.
San Pablo, en la segunda lectura (Flp 3, 17 — 4, 1), nos invita a seguir el ejemplo de Cristo, quien transformará nuestra vida y nos dará su gloria.
En el Evangelio (Lc 9, 28b-36), Jesús se transfigura en el monte, mostrando su gloria a los discípulos. Cuaresma es un tiempo para dejarnos transformar por Dios y acercarnos más a su luz.
Hoy comenzamos la Cuaresma, un tiempo de conversión y preparación para la Pascua. Las lecturas nos invitan a confiar en Dios y a reafirmar nuestra fe.
En la primera lectura (Dt 26, 4-10), el pueblo de Israel proclama su fe en Dios, recordando cómo Él los liberó de la esclavitud y los condujo a la Tierra Prometida. El Salmo 90 nos recuerda que el Señor es nuestro refugio y que nunca nos abandona, especialmente en los momentos de prueba.
San Pablo, en la segunda lectura (Rom 10, 8-13), nos dice que quien confía en Cristo y proclama su fe será salvado, porque Dios no hace diferencias entre las personas.
En el Evangelio (Lc 4, 1-13), Jesús, guiado por el Espíritu, enfrenta las tentaciones en el desierto y nos enseña que, con la Palabra de Dios, podemos vencer el mal. Cuaresma es tiempo de renovar nuestra confianza en Él.