
En este IV Domingo de Adviento, la Palabra de Dios nos invita a contemplar el misterio del nacimiento de Jesús y a prepararnos con un corazón confiado y disponible. El profeta Isaías anuncia una señal sorprendente: una virgen concebirá y dará a luz un hijo, signo de que Dios está con su pueblo. El salmo nos llena de esperanza proclamando que el Señor, Rey de la gloria, viene a nuestro encuentro. San Pablo nos recuerda que Jesucristo pertenece a la estirpe de David y es, al mismo tiempo, el Hijo de Dios, enviado para traer la salvación a todos. Finalmente, el Evangelio nos presenta a José, hombre justo, que acoge el plan de Dios con fe y obediencia, aceptando a María y al niño que nacerá de ella por obra del Espíritu Santo. Estas lecturas nos animan a abrir nuestra vida a Dios y a recibir con alegría a Jesús que viene a habitar entre nosotros.
