
RASTRILLO SOLIDARIO 2025



En este III Domingo de Pascua, la Palabra de Dios nos invita a renovar nuestra fe en el Señor Resucitado que camina con nosotros. En los Hechos de los Apóstoles, vemos a los discípulos valientes, dando testimonio de Jesús con la fuerza del Espíritu Santo, a pesar de las dificultades. El salmo nos recuerda que Dios nos libra del mal y transforma nuestro llanto en alegría. En el Apocalipsis, contemplamos la gloria del Cordero, Jesús, que con su sacrificio ha vencido y merece todo honor. Y en el Evangelio, Jesús resucitado se manifiesta a sus discípulos junto al lago, compartiendo con ellos el pan y el pescado. Es un encuentro lleno de ternura, que renueva la esperanza y la misión. Hoy, también nosotros somos llamados a reconocer a Jesús presente en nuestra vida y a ser testigos de su amor. Que estas lecturas nos animen a vivir con alegría el tiempo pascual.


Las lecturas de este domingo nos invitan a la conversión y a confiar en la misericordia de Dios. En la primera lectura (Ex 3, 1-8a. 13-15), Dios se revela a Moisés en la zarza ardiente y le da su nombre: “Yo soy”. Con esto, nos recuerda que Él es un Dios cercano, que escucha el sufrimiento de su pueblo y actúa para liberarlo.
El Salmo 102 proclama que el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en amor.
San Pablo, en la segunda lectura (1 Cor 10, 1-6. 10-12), nos advierte sobre la necesidad de aprender de la historia del pueblo de Israel y no caer en los mismos errores.
En el Evangelio (Lc 13, 1-9), Jesús nos llama a la conversión con la parábola de la higuera. Dios nos da oportunidades para cambiar y dar frutos. Cuaresma es el tiempo para renovar nuestro corazón.

Este domingo, las lecturas nos hablan de la fidelidad de Dios y de la transformación que Él quiere obrar en nosotros.
En la primera lectura (Gen 15, 5-12. 17-18), vemos cómo Dios sella una alianza con Abrahán, asegurándole que su descendencia será tan numerosa como las estrellas. Esto nos recuerda que Dios cumple siempre sus promesas.
El Salmo 26 proclama: “El Señor es mi luz y mi salvación”, animándonos a confiar en Él, incluso en los momentos difíciles.
San Pablo, en la segunda lectura (Flp 3, 17 — 4, 1), nos invita a seguir el ejemplo de Cristo, quien transformará nuestra vida y nos dará su gloria.
En el Evangelio (Lc 9, 28b-36), Jesús se transfigura en el monte, mostrando su gloria a los discípulos. Cuaresma es un tiempo para dejarnos transformar por Dios y acercarnos más a su luz.

Hoy comenzamos la Cuaresma, un tiempo de conversión y preparación para la Pascua. Las lecturas nos invitan a confiar en Dios y a reafirmar nuestra fe.
En la primera lectura (Dt 26, 4-10), el pueblo de Israel proclama su fe en Dios, recordando cómo Él los liberó de la esclavitud y los condujo a la Tierra Prometida. El Salmo 90 nos recuerda que el Señor es nuestro refugio y que nunca nos abandona, especialmente en los momentos de prueba.
San Pablo, en la segunda lectura (Rom 10, 8-13), nos dice que quien confía en Cristo y proclama su fe será salvado, porque Dios no hace diferencias entre las personas.
En el Evangelio (Lc 4, 1-13), Jesús, guiado por el Espíritu, enfrenta las tentaciones en el desierto y nos enseña que, con la Palabra de Dios, podemos vencer el mal. Cuaresma es tiempo de renovar nuestra confianza en Él.

Las lecturas de este domingo nos invitan a reflexionar sobre nuestras palabras y acciones, que reflejan lo que hay en nuestro corazón. En la primera lectura (Eclo 27, 4-7), se nos advierte que antes de juzgar a alguien, debemos escuchar con atención, porque las palabras revelan el verdadero interior de una persona.
El Salmo 91 nos anima a dar gracias a Dios por su amor y fidelidad, recordándonos que vivir según su voluntad nos llena de alegría.
San Pablo, en la segunda lectura (1 Cor 15, 54-58), nos recuerda que, gracias a Jesucristo, la muerte ha sido vencida y nuestra esperanza está en Él.
En el Evangelio (Lc 6, 39-45), Jesús nos invita a examinar nuestro propio corazón antes de corregir a los demás. Que nuestras palabras y acciones reflejen siempre el amor de Dios.

Este domingo, la Palabra de Dios nos invita a vivir la misericordia y el amor incluso en las situaciones más difíciles. En la primera lectura (1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23), vemos cómo David tiene la oportunidad de vengarse de su enemigo, el rey Saúl, pero elige perdonar y confiar en Dios. El Salmo 102 nos recuerda que el Señor es compasivo y nos llama a imitar su amor.
San Pablo, en la segunda lectura (1 Cor 15, 45-49), nos habla de nuestra transformación: así como llevamos la imagen humana, estamos llamados a reflejar la imagen de Cristo. Finalmente, en el Evangelio (Lc 6, 27-38), Jesús nos enseña a amar a nuestros enemigos, a ser generosos y a perdonar, porque así es Dios con nosotros.
Hoy, Dios nos invita a vivir con un corazón lleno de misericordia y bondad.

Este domingo, la Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre en quién ponemos nuestra confianza. El profeta Jeremías nos advierte que quien confía solo en la fuerza humana está destinado al fracaso, mientras que quien confía en Dios será como un árbol junto al agua, siempre fuerte y lleno de vida. El Salmo refuerza esta idea: dichoso el que pone su confianza en el Señor.
San Pablo, en su carta a los Corintios, nos recuerda que nuestra fe se sostiene en la resurrección de Cristo. Si Él no hubiera vencido la muerte, nuestra esperanza sería vana. Pero Cristo ha resucitado y con Él, nuestra vida cobra sentido.
En el Evangelio, Jesús nos presenta las Bienaventuranzas, mostrando que la verdadera felicidad no está en las riquezas ni en el poder, sino en vivir según Dios. Nos llama a confiar en Él y a buscar los valores del Reino, aunque el mundo nos ofrezca otros caminos.

Las lecturas de este domingo nos muestran cómo Dios llama a las personas para cumplir su misión. En la primera lectura, el profeta Isaías tiene una visión del Señor y, al sentirse indigno, Dios lo purifica y lo envía a anunciar su palabra. Su respuesta es generosa: “Aquí estoy, mándame”.
El salmo nos invita a alabar a Dios con alegría, porque su amor y fidelidad nunca fallan.
San Pablo, en su carta a los Corintios, recuerda la esencia del Evangelio: Cristo murió y resucitó por nosotros. Él mismo, a pesar de haber perseguido a los cristianos, fue transformado por la gracia de Dios y enviado a predicar.
En el Evangelio, Jesús llama a Pedro y a sus compañeros a seguirlo. Dejan todo atrás y confían en Él. Así nos invita también a nosotros: a confiar, a seguirlo y a anunciar su amor con nuestra vida.